20 oct 2011

CÓMO VIVIR LA ÉTICA


Pocas veces he visto tan claramente una fusión más perfecta de ilusión, cariño, inteligencia y buen trabajo como la que he podido ver, sentir y disfrutar durante el pasado mes de septiembre en México.



Fui a México invitado por la Fundación Ética Mundial de México a participar como ponente invitado en el desarrollo del proyecto del seminario “Cómo vivir la Ética”.  El seminario, en esencia, era la presentación de un video de sesenta minutos sobre los principios de la ética de la responsabilidad basados en el desarrollo natural del cosmos y, por ende, del animal humano, hasta culminar en un análisis de la situación actual de la sociedad, para concluir con una exposición de ideas por parte de cada ponente y posterior debate con los alumnos. Huelga decir que cualquier iniciativa de este tipo que pretenda presentarse e impartirse a alumnos de cualquiera sea el grado o disciplina que cursen debe partir del más riguroso celo académico, y en este particular los avales eran más que satisfactorios. El Instituto Tecnológico de Massachusetts (MIT) y la Universidad Autónoma del Estado de México (UAEM) son, a mi entender, dos instituciones harto respetables y respaldo suficiente para trabajar con un producto que ofrezca todas las garantías.



Así pues mi periplo comenzó por visitar todas las preparatorias de la UAEM e impartir los seminarios para tantos alumnos como fuera posible… ¿Pero es posible que sean tantos? Durante días estuvimos a dos manos faenando sin poder creer que aquella ingente cantidad de alumnos no se estuvieran reproduciendo por generación espontanea. 



Los planteles se sucedían uno tras otro y para aquellos días en los que parecía que podríamos descansar otras instituciones académicas solicitaban de nuestros servicios. El Escuela Técnica Superior  de Cualtitlán Izcalli fue otra de las universidades que visitamos e impartimos el seminario a todos los alumnos de primer semestre de todas las licenciaturas ofertadas divididos en varias sesiones durante dos días. 



Y, como en las buenas películas, cuando ya nos prometíamos ufanos el final prometido, el Tecnológico de Monterrey (primera universidad privada de México), el Instituto Nacional de las Bellas Artes (INBA) y la Asociación Nacional de Universidades e Instituciones de Educación Superior nos instan a desarrollar un plan de desarrollo de los seminarios a nivel nacional para incluirlo dentro de la formación de todos los alumnos del país. Se puede soñar más alto, pero muy raras veces se consigue lograrlo, y mucho menos en tan corto plazo de tiempo. 



México necesita una inyección de voluntad y trabajo duro para reponer el tan deteriorado tejido social. Todos sabemos que precisamente estos no son buenos tiempos allí para la lírica, y mucho menos para la ética, y es por ello que todas las instituciones se están volcando y apostando en un proyecto como este. No sé cuando vuelva, seguramente muy pronto, pero sea cuando sea será cargado de ilusión por volver a encontrarme con todos los nuevos amigos que allí dejé.



Realmente algo así, una carga de trabajo tan grande y tan bien soportada, sólo se consigue con el trabajo y la cooperación animada y sincera de mucha gente. Si tuviera que empezar dando gracias quizá no terminaría hasta dentro de muchas líneas, pero al menos permítanme dar algunos nombres sin los cuales esto habría sido un imposible: Laura, Angélica, Moisés, Claudia, Adolfo, Pame, Toño y sobre todo Gerardo Martínez Cristerna, culpable último de toda esta locura y su esposa María (La güera) Jacques.



A todos muchas, muchas, muchas gracias de todo corazón.

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