11 jul 2011

QUIERO A MI BATIDORA

Tengo, tengo tengo, tú no tienes nada…


 
La vida podría ser maravillosa si no nos empeñáramos tanto en joder a los demás. ¡Y no me digas que empezar así un artículo no tiene un par de narices!
Pero es verdad, o por lo menos, es la verdad que nos ha tocado vivir en esta parte del planeta tierra y, seamos un poco chovinistas, en esta sacra y mariana tierra andaluza cuna de los mayores genios y también de los más despreciables truhanes que se recuerdan.
Porque es cierto que nos gusta darnos golpes de pecho recordando los laureles de los ingenios béticos (véase el uso maniqueo del vocablo latino pues a la sazón me importa tres pitos el arte del balompié), pero sólo eso, golpes de pecho. Pues no he visto yo aún a nadie de estos enarboladores de banderas verdes y blancas remangarse los puños de la camisa para meterle mano con fruición e hincando codos a los textos de Maimónides, Averroes, Séneca o Góngora (gran retorcedor de verbos y barricas de tinto) y reivindicar sus obras con tanto ahínco como lo hacen para decir eso de: “Ehto éh lo mehón der mundo”. Mientras se toman un “Gin tonic” en una de esas terracitas de verano estilo ibicenco que ahora gustan de llamar “Chill out”.
Nos encanta a los andaluces creernos poseedores del secreto de la buena vida. Y Nos gusta terminar las frases de los afortunados forasteros que bajan de Despeñaperros con el colofón “Pues anda que aquí!” y pasar así con, con nuestra propia bula papal, a repetir los tópicos del calor magmático veraniego, de lo buena gente que somos, de lo rápido e ingeniosos que podemos hilar una ocurrencia con otra, de ese frío diferente de invierno que es peor que el de Siberia durante la última glaciación, de la importancia capital de Andalucía para la historia del universo, del arte de nuestras calles y plazas, de esa Semana Santa que quita el sentío, de ese Rocío que te pone los pelos como escarpias, de la feria de nuestro pueblo imitada por el resto de todos los pueblos de Andalucía (aunque en el fondo sabemos que seguramente otra fue la primera) y, por encima de todo, del arte que tenemos y de lo gracioso que somos… ¡Qué gracioso es y qué arte tiene ese hijoputa!
Pero con arte y gracia no se levantaron sus imperios los Tartesos, los Fenicios, los Griegos, los Romanos, los Barbaros del norte, los Musulmanes, ni nadie que pisara esta tierra antes que nosotros y que, con todo derecho, tienen el mérito de la mayoría de las cosas con las que gratis fanfarroneamos.
Pero hoy preferimos aparentar, que sale más barato. Es más fácil parecer que se es, a serlo. Es más cómodo y luce más avasallar con algo que nos ha sido dado que ampliarlo, mejorarlo y sacarle partido real ha nuestro legado cultural. Pero no te confundas que no hablo de catedrales ni de piedras viejas, hablo de humildad, de solidaridad, de respeto, de trabajo y dedicación, hablo de sensibilidad real hacia el arte y todas sus representaciones. ¿Cuánto hace que no abres un libro de poesía? ¿Cuánto que no te paras, sin hacer nada más, ante un cuadro, una escultura, o tu pareja, o tu madre, o tus abuelos, para ver lo perfectos que son sin necesidad de adornarlos? ¿Cuánto hace que no hablas con un amigo sentado en un banco? ¿Has agradecido alguna vez a alguien ajeno a ti lo bien que hace su trabajo? ¿Cuánto hace que no sonríes a un extraño?
Y ahora no mires para otro lado, no me digas que no entiendes de lo que te estoy hablando… 

NOTA: Hablando con Alfonso y Alberto, durante las últimas jornadas Morfología del Humor a las que los invité, me contaron que jamás tuvieron que forzar la parodia de estos dos compadres sevillanos y que simplemente se limitaron a imitar a tantos y tantos conocidos que tenían de ese pelaje. ¿Verdad que viendo este fantástico video se nos viene muchos conocidos a la cabeza? ¿Qué pena, no?

QUIERO A MI BATIDORA


Tengo un vecino tonto



Hablar de verano y vecinos se está convirtiendo en todo un clásico. Y es que el binomio es poderoso y más, por supuesto, teniendo en cuenta que las temperaturas en esta tierra no son ningún regalo, y por ende, se hace imposible vivir en cualquier casa o piso sin abrir las ventanas, las puertas e intentar pasar el mayor tiempo posible en la calle… ¿y a con quién nos topamos entonces? Sí señor, con nuestros vecinos.
La palabra vecino viene del latín vicinus, que a su vez deriva de la palabra vicus que significa barrio o lugar. Sí, sí, vicus,  como mi apellido, así que fíjate tu por dónde que hasta va a parecer que estoy legitimado para hablar del tema (nada más lejos de la realidad, me temo). Así pues el vecino es, estrictamente, el que vive en una casa junto a la nuestra, aunque nosotros  lo hayamos hecho extensivo a todo la calle, el barrio o incluso el pueblo, ¡así somos de generosos! Y es que para nuestra cultura de puertas abiertas y silla de anea con la fresquita hasta la madrugada los vecinos son una parte vital de nuestra forma de entender el mundo, o como dicen los estirados, de nuestra idiosincrasia andaluza.
El vecino es, no digas que no, como ese primo  lejano que nunca quieres ver en la boda, comunión o bautizo de turno pero que, una vez metidos en harina, no haces por espantar de tu lado porque sabes que, aunque te pese, tienes que convivir de vez en cuando, y a fuerzas, con el pobre desgraciado que ninguna culpa tiene de ser como es y de estar emparentado contigo. Lo que nunca nos atrevemos a pensar es que posiblemente él piense lo mismo de nosotros y también haga de tripas corazón por estar a nuestro lado aguantando nuestras estupideces y miserias. Pero si al leer esto inmediatamente has pensado  -No, yo no. Yo soy fantástico, yo meo Chanel número cinco y cago pétalos de rosa, así que el que le hace un favor estando a mi lado soy yo- no lo dudes más, los cretinos somos el resto de habitantes del planeta que no nos hemos dado cuenta de lo maravilloso que es compartir este universo con alguien como tú, imbécil.
Y es que al vecino, como a nuestros padres, no tenemos la posibilidad de elegirlos. Vienen en el paquete básico de convivencia social. Algunas veces nos acompañan desde que nacemos y son como de la familia, otras llegan y se van (con lo que normalmente dejan un recuerdo agradable, a menos que se dedicaran a joder sistemáticamente, pero como se han ido, mira tú que bien). Si en nuestra vida anterior fuimos de la SS, el karma nos castigará duramente con un vecino rociero, que debe ser considerado peor que una infectación de cucarachas porque nunca sabes cuándo puede sonar el cajón, el tambor o esa flautita odiosa que bien se la podrían meter por […] Otras veces ni nos enteramos de que existen y nos gusta especular con que son de alguna secta, o terroristas en su piso franco, o testigos protegidos de alguna investigación contra la mafia rusa, o simplemente está el piso vacío. Esto siempre suele ser motivo de fardar ante las visitas -¡¡Y no tenemos vecinos!!- a lo que la visita siempre contestará como el resorte de una caja de sorpresas -¡Ah, pues yo con mis vecinos me llevo genial!- Sonrisita,  a otro tema y punto para la que no tiene vecinos, a ver con qué oscura argucia contraatacará la visita, quizá con las notas del niño o el todoterreno nuevo del marido… El ser humano es maravilloso.
Lo que está claro que todos, en algún momento de nuestras vidas siempre decimos aquello de “Tengo un vecino tonto”, y que, por supuesto, habrán dicho lo mismo de nosotros. En nuestra mano está que no nos piten los oídos más de la cuenta. Y no molestar, es una estrategia que siempre nos llevará al éxito. Bendito verano… benditos vecinos!

QUIERO A MI BATIDORA

Esto es lo que hay



Seguro que ahora, con la resaca de las elecciones ya archivada y los ojos puestos en la playa o la montaña, habrá mucha gente que no sea capaz de entender cómo si un partido político fue el más votado, el alcalde, recién nombrado o reelegido de su pueblo o de su ciudad, es el contrario. Pareciera un arte de sortilegio arcano por el cual ganan los que pierden, o que se cumpliese en este caso la máxima de Mateo 20:1-16 “Así los últimos serán los primeros, y el primero último: pues muchos serán los llamados, pero pocos los elegidos.” 

Pero el juego es así, y nunca mejor traído lo de juego, pues como buenos tahúres si se presenta la mano oportuna el que mejor farol se marque será el que se lleve el as. ¿Y qué pinta el ciudadano en todo este trapicheo de trastienda con luz a medio gas del que sólo sabemos cuando le imponen la banda y el bastón de mando al alcalde? Pues pintamos poco, muy poco, yo diría que nada. Pero ¡ojo! ¡todo esto lo hacen por nuestro bien! ¡Ah! Entonces sí doctor, no dude en hacerme la colonoscopia para revisarme las amígdalas, que creía yo que el sentido común tenía algo que ver en todo esto y estaba equivocado, ¡ingenuo de mi!

Así que recapitulemos para ver de qué va todo esto. Resulta que hasta el día de las elecciones los candidatos se despellejaban públicamente los unos a los otros. Se trataba, en pocas palabras, de demostrar lo imbécil que era el candidato contrario y lo listos que íbamos a ser nosotros por votarlo a él, que era el bueno. Debíamos elegir quien iba a ser nuestro representante, primero por las ideas que este planteara en su programa electoral, que ya sabemos son casi todas mentiras pero como buenos humanos nos gustan que nos engañen y más si al final nosotros bailamos con la más guapa. Y después teníamos que elegirlo por ser quien mejor nos representaría y velaría de nuestros intereses en contra del resto de candidatos que, por supuesto, durante la campaña electoral son el demonio personalizado con rabo en punta, tridente y, por supuestos, muchos cuernos. ¡Al enemigo ni agua!

Pero terminado el escrutinio de votos, y comprobado que no existe mayoría absoluta por parte de ninguno de los partidos políticos en contienda, es como si todos los candidatos hubieran pasado bajo el Pórtico de la Gloria en Santiago de Compostela en año Xacoebo. Ahora a todas las cabras y cabrones (comentario no sexista que busca la concordia de género) se les pone cara de galán y buenas mozas a los que arrimarse en busca de coyunto. ¡Qué hermoso es el perdón y qué bien sienta perdonar cuando el plato a compartir es tan suculento! Es en este momento en el que se apaga la luz y se le da una patada al taquígrafo, se despliega el tapete de fieltro verde, se barajan las cartas y se reparten debidamente marcadas por todos los bandos. Aquí ya no importa quien tuviera más votos, sino cuantos necesito para conseguir la mayoría y cuánto estoy dispuesto a ceder. El mejor y más experimentado tahúr se llevará la mano, el más despiadado la mano y el brazo, y el más tonto se quedará en calzoncillos creyendo que ser concejal de transportes es un espaldarazo a su carrera política y el inicio de su ascensión hasta la Moncloa.

Y nosotros mientras pensando en la playa o en la montaña, porque ya da igual, el voto es nuestro hasta que lo dejamos en la urna, una vez allí es del que más partido sea capaz de sacarle. Lo malo es que este año muchísimos no tendrán vacaciones.

UTRERA 2022

Recordemos el 22 de mayo

Hace unos días se cumplió el undécimo aniversario de la debacle socialista en las elecciones municipales y autonómicas del 22 de mayo de 2011. Como todos sabemos, y celebramos, esta fue la fecha de la inflexión de Espáña, el pie para los deseados años de “La esperanza”. Nadie quiere acordarse hoy de los oscuros años del expresidente Zapatero. Pero no está de más, para que no vuelva a repetirse ¡Dios no lo quiera!, que recapitulemos lo que fue ese último y decisivo año de gobierno socialista.
Tras el aplastamiento de los corruptos rojos en las elecciones del 22M, llegó el momento de sacar a flote toda la inmundicia de los ayuntamientos y gobiernos autónomos antes gobernados por las fuerzas bolcheviques. Ayuntamientos como el de Sevilla o Barcelona apestaban a todo aquel que tuviera narices en la cara antes de las elecciones, pero la descomposición del cadáver fue manifiesta cuando se produjo el tan esperado relevo. La bolsa de millones de euros de deuda era semejante al PIB de muchos países en vías de desarrollo, y la erradicación del enchufismo obligó a aumentar varios puntos el altísimo índice de paro nacional hasta alcanzar casi el 32%.
Muchos gobiernos autonómicos intentaron blindar sus puestos políticos antes del 22M. Crearon empresas públicas, órganos donde se duplicaban los organigramas para intentar impedir lo que era evidente. Más del 85% de los puestos públicos “socialistos” fueron removidos de sus cargos, y con más encono todos aquellos que  nunca hubieran trabajado en algo que no fuera un cargo político. La realidad fue la esperada, la mayoría de los cargos políticos no sólo no habían cotizado en su vida ni una sola hora en otra cosa que no fuera la vida política, sino que su formación era absurdamente inferior a la del puesto más bajo que estaba a su cargo. Obviamente estos indeseables, a los que un año después se sumó la Junta de Andalucía en pleno tras la fulminante llegada del Presidente Javier Arenas, crearon ese quiste infecto que aún hoy nos lastra, el tan nombrado “forúnculo socialista” que no es más que una bolsa de parados de bajísima capacitación académica e intelectual imposible de ser asimilada por el mundo empresarial.
El año entre el 22M y el glorioso día de la elección de nuestra lideresa Doña Esperanza Aguirre y Gil de Biedma, Condesa de Murillo y Grande de Espáña como presidenta de nuestra gran nación fueron llamados los días del “Váyase ZP”. Este recurso ya había sido empleado en su día por el expresidente Aznar para obligar al maligno Felipe González a abandonar, y nuevamente tuvieron que emplearse los mismos términos para erradicar a la peste roja. Durante ese año vergonzoso  no hubo intervención que no fuera acompañada del “Váyase ZP” y claro, como buen ruin ZP no se iba. Era de esperar ya que las ratas no abandonan el barco hasta instantes previos a que este se hunda.
La mesa estaba servida y sólo había que dar el último y decisivo golpe de gracia. Los socialistas lo sabían y por eso propusieron a aquella nefasta exministra de defensa como candidata a la presidencia. Carme Chacón fue el chivo expiatorio de las culpas de la izquierda radical. Creyeron poder revivir después sus siglas y por eso no expusieron al criminal Rubalcaba a la defenestración de las urnas. Pero todos sabemos muy bien lo que vino después. Lo que después pasó en Espáña ya es historia.
¡Viva Espáña! ¡Abajo las izquierdas! ¡Vivan las gentes de bien!

NOTA: Obviamente cuando escribí este despropósito de futurible no se había aún proclamado Rubalcaba como candidato a la presidencia, pero tiene su gracia ver cómo los movimientos políticos son aún más rocambolescos de lo que cabría suponerse. Sea como sea, no deja de tener su gracia. Poca, eso sí, pero alguna ahí.