6 mar 2011

UTRERA 2022


La educación es lo primero


Que la educación es lo primero eso todos lo sabemos, pero que hay que apretarse el cinturón cuando las cosas viene mal, también. O por lo menos esta ha sido siempre la postura del gobierno en cuanto a política educativa en los últimos diez años. Tras la revisión de Bolonia de 2015, en pleno recrudecimiento de la crisis económica heredada del PSOE, muchos han sido los cambios en materia educativa que el gobierno de nuestra lideresa Doña Esperanza Aguirre y Gil de Biedma, Condesa de Murillo y Grande de Espáña, ha tenido que afrontar.
Es sabido por todos que el auge de las carreras universitarias de los años ochenta y noventa era un despropósito contra natura. ¿Cómo era posible reabsorber tanto licenciado, tanto cultureta progre, tanto hijo de obrero con aspiraciones a rico? La universalización de la educación siempre ha demostrado ser un desestabilizante de las buenas formas y costumbres. Así, el facineroso gobierno socialista amplió hasta lo infinito la oferta de funcionariado público con tal de dar alojo a esta masa universitaria y así hacer creer que todo el mundo tenía las mismas oportunidades, que el esfuerzo nos iguala, si es que a eso se le puede llamar esfuerzo. Pero esto no podría durar mucho.
Espáña es tierra fértil donde pises, pero sin tutor el árbol tiende a crecer torcido. Así se torció el sistema educativo permitiendo la intrusión de espurios ideales marxistas y ateos en las clases como, la mal llamada Educación para la Ciudadanía, y la pretensión de laicidad en las aulas. ¿Qué sería lo próximo, decir que Dios no existe y el hombre viene del mono? Y como una plaga bíblica la crisis se cernió sobre los que la habían provocado. La defenestración de los logros del  PP de Aznar tuvieron como consecuencia la mayor crisis en la que Espáña se ha visto sometida desde 1898 con la pérdida de Cuba y Filipinas. Y entre muchas cosas había que solucionar el problema de la educación.
En 2015 se recapituló los efectos de la implantación del plan Bolonia en las universidades españolas. Los resultados fueron evidentes, sobraban las carreras de corte humanístico que no producían beneficios en materia de investigación y había que apostar por un modelo universitario basado en la producción técnica que es, como es lógico, la que más dividendos produce. Además el modelo de financiación debía seguir el canon británico, al alumno recibiría un préstamo privado para pagar sus estudios y, una vez finalizados, todo lo que el alumno ganara por encima de los mil doscientos euros pasaría a ser retenido como pago del préstamo a la entidad bancaria correspondiente hasta el fin de la deuda más los intereses. Así, se depuró el sistema y sólo aquellos que realmente debían promocionar lo consiguieron, el resultado fue la adecuación del número de licenciados no endeudados al número de altos cargos que debían cubrir.
¿Y qué pasó como los estudios de humanidades, permitiría Espáña, cuna de Cervantes y Pemán, que desapareciera el arte de sus buenas letras? Obviamente esto no se iba a permitir. Un buen número de universidades del sector privado-confesional se hicieron cargo del desarrollo de estos estudios. ¿Quiénes mejores que aquellos cercanos a la fé y la bondad del alma para hacerse cargo de lo relativo a la sensibilidad del hombre? El Opus Dei, los Jesuitas o los Legionarios de Cristo, Volvieron a ser, como nunca debió de dejar de ser, los garantes de la filosofía, la literatura, la historia, las artes, y las leyes.
 Sólo así podemos hacer de Espáña la patria que nunca debió de dejar de ser, sólo así podremos hacer las cosas bien, como Dios manda.

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