2 nov 2009

QUIERO A MI BATIDORA IV


Bien o mal no son necesarios en este juego.

Mi batidora tiene cinco velocidades, como los coches (los “normalitos” que ahora los hay hasta con seis... ¡que barbaridad!). En la primera se pueden batir huevos sin que les salga espumita, y así, se puede ir subiendo las velocidades una a una. Pero si lo que nos interesa es darle un apretón fuerte a los huevos, porque queremos que tengan mucha espumita, no hace falta subir de velocidad en velocidad. Mi batidora tiene un botón de turbo de color encarnado que es una maravilla para sacarle toda la espumita que queramos a nuestros huevos.

¡Oh qué buena es la tecnología! ¡Qué de cosas buenas hace por nosotros y qué requetelistos que somos los seres humanos por inventar tantas y tan magníficas cosas! ¡Y qué nos gusta a nosotros creernos todo esto y ponernos medallas! Porque esto, en esencia, es mentira, y tú lo sabes aunque te hagas el loco, todo esto no es más que una exclamación vacía y sin conocimiento de si misma, una frivolidad lanzada a la ligera por la mayoría de nosotros.

Los seres humanos no somos tan listos como nos creemos, de hecho hay muchos profunda y supinamente tontos, y no me digas ahora que no conoces a ninguno, por favor. Nos vanagloriamos de los descubrimientos y los esfuerzos de otros, como si nosotros hubiéramos estado trabajando en la NASA ayudando en la elaboración de las ecuaciones necesarias para mandar al hombre a la Luna, como si tuviésemos la más remota idea de cómo funcionan las cosas que usamos cotidianamente. A ver lumbreras, ¿Cómo funciona el teléfono móvil que llevas en el bolsillo o el bolso? ¿Sabes cómo se hace el periódico que te dan por las mañanas en las manos? ¿Por qué el cielo es azul? ¿Por qué vuelan los aviones? Entonces de esa televisión de plasma tan hermosa que tienes en el salón mejor no hablamos verdad, a saber cómo funciona eso, lo mismo es magia... Y aún en nuestra ignorancia vamos de sobraditos y emitimos juicios de valor como si dependiera de ello la producción mundial de estos artefactos. -Mi móvil es el mejor del mercado, una maravilla, es de última generación, tiene 3G, GPS, WIFI, BLUETOOTH, cámara de 10 MEGAPIXELES, memoria de 10 GIGABITES y además puedo recibir SMS, MMS y E-MAILS y hacer video conferencias que te cagas- Y te quedas tan ancho, como si por nombrarlo y creer saber por encima qué significan esas palabras te hubieras convertido, por sortilegio de la bruja piruja, en ingeniero en telecomunicaciones. Y lo peor es que lo mismo que ensalzas a tu móvil después vas de progre de salón criticando el avance armamentístico o la programación de la televisión con las mismas expresiones. ¿Te habías dado cuenta de eso? –¡Qué barbaridad, a dónde vamos a llegar! ¡Si no le ponemos freno que va a ser de nosotros, de nuestros valores! ¡Qué mundo le dejaremos a nuestros hijos!- ...¿No es cierto lo que decía antes, eso de que no somos tan listos como creemos? Si supieras que tu móvil le debe más a Hitler que a Graham Bell lo mismo te limitabas a opinar de lo que sabes o del potaje con tagarninas que hace tu madre.

Vuelvo. Mi batidora es magnífica cuando le saca espumita a los huevos, pero si no meto un huevo de gallina, si meto... un dedo –y no seas mal pensado- y le doy al turbo, será magnífica haciendo dedo batido de Vico. La máquina es una máquina, bien y mal no tiene cabida en este juego, y dependerá del uso que le demos si el resultado nos satisface o no. Así que aplícate el cuento y no metas los huevos en la batidora. Si quieres salmorejo, mete tomates sin piel ni pepitas, pan mojao, un dientito de ajo, un chorrito de aceite y otro de vinagre, y la sal gorda, como en todo, al gusto del consumidor.

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