14 jul 2010

QUIERO A MI BATIDORA XVIII


Estilo y clase (1ª parte)

Como seguro que no os habréis enterado aún, os voy a adelantar una noticia increíble, la selección española de fútbol ha ganado la  copa del mundo. ¿A que no teníais ni idea? Pues así son las cosas.

Es curioso el cariz raramente ético, y poco común, que está impulsando las celebraciones por el éxito de la selección española de fútbol en el campeonato de Sudáfrica. Me explico. Supongo que os habréis fijado, porque a listos no hay quien os gane, que no sólo se está celebrando el éxito y la victoria de esta, también se está celebrando el cómo se ha conseguido, esto es, cómo este equipo ha mantenido una corrección en las formas, en el juego limpio y despejado de malas intenciones, que no por ello de picardía o astucia. Se alaba y lauda la clase de una selección que, gracias a ganar, creemos que ha demostrado que la caballerosidad y el virtuosismo son los elementos fundamentales y suficientes que denotan un estilo que a todas luces “nos” hace ganadores... que bonito ¿verdad?

Y, como en todo lo positivo, los éxitos son la alegría de todos y los fracasos el error de los otros a los que vilipendiar a posteriori. ¿Qué pasa si jugamos igual pero Arjen Robben  consigue batir a Casillas en una de las dos jugadas peligrosas a puerta? ¿Habríamos salido a festejar el buen juego y la caballerosidad de nuestro equipo aún perdiendo, o estaríamos lamentando no haber sido un poco más sucios, como los holandeses, y así especular con la posibilidad de haber ganado el mundial y así no estar  increpando a quien consideremos que es el culpable de la derrota? No lo sé, porque Robben se comió un mojón, como todos vimos ufanos en casa, así que este poner no es más que una elucubración mental. Pero lo que sí es cierto, y debemos pararnos a pensar, por lo menos unos segundos entre sorbo de café y bocado a la tostada, es que nosotros no ganamos el campeonato del mundo de fútbol. Esa copa la ganó la selección española, ni tu ni yo lo hicimos (a menos que alguno de los veintitrés de Sudáfrica esté leyendo estas letras) y cualquier excusa que nos inventemos para decir “ganamos el mundial” es apuntarnos un merito inmerecido. Ni tu ni yo recibimos una patada en el pecho el Domingo por la noche, y ni tu ni yo estuvimos recibiendo collejas de cariño del rey de España. ¿O tu sí?

Pero la selección es nuestra, ¡de todos los españoles! -Me puedes decir. Pero la verdad es que es bastante menos nuestra que Zapatero, a este lo elegimos nosotros, le pese a quien le pese, y a la selección la eligió Vicente del Bosque, que fue puesto a dedo por vete a saber quién. También son nuestros los pantanos y las centrales nucleares y no salimos a la calle a festejar su existencia y el buen uso que nos dan, y están igualmente elegidas a dedo por nadie sabe qué fuerza gubernamental. Debemos alegrarnos, porqué, por supuesto, es motivo de alegría, del éxito de la selección española de fútbol y del magnífico ejemplo de rectitud y buen juego que ha dado llevando y promocionando los colores de España ante el mundo. Pero igual que ni tu ni yo marcamos ningún gol, no debemos arrogarnos injustamente la lección magistral de estilo y clase que ha dado. No lo hagamos, si lo hacemos no seremos justos, porque tu y yo somos más chungos que ellos, sobre todo porque de ellos sólo sabemos lo que hacen en el terreno de juego, pero nosotros estamos las veinticuatro horas del día expuestos al juicio ignominioso de los demás, y de nosotros  mismos, y sabemos, porque a listos no hay quien os gane, que podríamos ser mejores de lo que realmente somos. Pero, sincérate conmigo, ¿verdad que da mucha pereza hacer las cosas bien?

 To be continued.

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