29 sept 2010

QUIERO A MI BATIDORA XIX

Estilo y clase (2ª Parte)


No creo que sea yo la persona adecuada para disertar, o dar una lección, sobre estilo y clase, y espero que pienses esto mismo al leer el título de este artículo. Yo no creo que sea un tipo con estilo, más que el mío propio; algo desaliñado, irreverente, inconformista, grosero y un poco chungo. Porque cuando digo que no soy un tío con estilo, o clase, me refiero exactamente a ese estilo y esa clase de la que a ti te gusta presumir, o, peor aún y lo sabes, ese estilo y esa clase que no tienes y aspiras tener y que tanto envidias. ¿Qué jodido verdad?

Tener estilo para ti es ir a la última, crear tendencia. Ser la comidilla de los mirones de cafetería por tu corte de pelo agresivo, por lo muy “cool” de tu maquillaje, por lo bien que te sientan los “leggins” con esas botas altas y esas gafas que te tapan toda la cara... ¡y menos mal que te la tapan!. Para ti tener estilo es fumar con desgana mientras conduces sin mirar a nadie, cosa que ya te habrá costado más de un disgusto, mientras buscas algo estúpidamente en tu móvil. Tener estilo es no hablar de lo que hablan todos y todas, sólo hasta que tu quieras, aunque por más que quieras sabes que tampoco puedes hablar de otra cosa. Tener estilo es comprar en los mismos sitios que todos lo que crees como tú compran, aunque tú sabes bien que eres mucho mejor que ellos, pero qué se le va a hacer si no hay otro sitio mejor donde comprar. Tener estilo es cambiar los azulejos de la cocina cada cinco años y el sofá del salón cada tres, aunque a eso muchos lo llamemos despilfarrar y otros hacer el tonto. Tu estilo sólo los entiendes tú, pero lo sufren tus hijos y familiares, y hasta tu perro, aunque tú no te des cuenta y creas que les haces el favor de su vida existiendo. Esto, y muchas idioteces más, es para ti tener estilo.
¿Y qué es tener clase? Seguro que crees que en el fondo debe de ser lo mismo que lo primero... no me esperaba menos de ti.
Saber el significado de la palabra clase implica haber prestado atención a tu profesor de filosofía en el instituto, o buscar tranquilamente en un diccionario el dramático origen de la palabra “classis”, suena como “leggins” ¿pero mola menos verdad? La clase es la diferenciación en estratos sociales dependiendo esta únicamente de aspectos económicos, pues de nada sirve ser huérfano de ricos si tu no lo eres y no has heredado nada; entonces eres pobre. Y esta palabra no debe usarse a la ligera porque seguramente, y en contra de lo que tu piensas, serás de una clase inferior a aquella clase a la que crees que perteneces. ¿No me crees verdad? Es fácil de demostrar. Señala a uno que creas que está por encima de ti un escalón, tan sólo uno, si te crees clase baja al media, si media a la alta, y así hacia arriba, porque hacia a bajo no tiene chiste. Y pregúntale a qué clase cree que pertenece... ¡Oh! ¡Sorpresa! Para tu horror dirá que a la misma a la que tú creías que pertenecías. Bien venido al mundo real amigo y amiga mía.

Pero no te ofusques, no te estreses, hay muchísima gente que jamás leerá estas letras y nadie sabrá tu secreto. Así pues, sigue luciendo palmito, estilo y clase por la calle, los bares, el gimnasio y la escuela de tu hijo, Pero recuerda, hay otros que sí que habrán leído este artículo y sí sabrán tu secretito. No se te olvide entonces, de vez en cuando, mirar hacia los lados en el coche y agachar de vez en cuando la cabeza para ver que tienes los zapatos llenos de tierra.

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